6 julio
2016
Cristina Galafate
Han pasado unos 30 años desde que la palabra cosmecéutico
se empleara por primera vez para describir una serie de productos emergentes
que proporcionaban mayores beneficios terapéuticos en el cuidado de la piel que
los cosméticos simples. Sin embargo, el término atribuido al doctor
estadounidense Kligman sigue generando confusión a
día de hoy.
La unión de las palabras
cosmética y farmacéutica describe ese híbrido que se caracteriza por ir más
allá de las fórmulas tradicionales gracias a sustancias activas pero no
medicamentosas. "Es aquel preparado que se encuentra entre un medicamento,
ideado para curar o prevenir enfermedades, y un cosmético, que sirve para
embellecer o disimular alguna característica de la piel", expone Mónica Lizondo, cofundadora de Farmaconfianza.
La doctora María José
Alonso, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV),
completa la definición: "Es un cosmético que pretende tener la eficacia de
un medicamento, aunque no está demostrado que la tenga". De hecho, explica
el farmacéutico Enrique Bernat, mucha dermocosmética lleva productos
biológicamente activos, como ácido salicílico o retinoides. "Ya casi todos
los cosméticos llevan estos ingredientes, aunque no por ello hay que
considerarlos cosmecéuticos". De ahí la polémica
con la acepción, ¿descriptiva o engañosa?
"Los cosmecéuticos surgieron en los años 90 en los Estados
Unidos por parte de dermatólogos como otra opción a los tratamientos antiaging no invasivos de belleza, combinando los conceptos
cosmético y farmacéutico, pero no debemos confundirnos porque no se trata de
medicamentos para curar la piel, sino de cosméticos que son más activos y con
unos procesos de fabricación más regulados. En definitiva, el futuro de los
cosméticos clásicos es la evolución a la categoría de cosmecéuticos",
aclara Lizondo.
Las diferencias
Los cosmecéuticos
poseen una concentración más elevada que los cosméticos clásicos para actuar
con mayor eficacia. "Normalmente, sus activos suelen ir vehiculizados en formas farmacéuticas más evolucionadas,
como encapsulados en liposomas, y presentan efecto de
liberación rápida o sostenida", asegura la farmacéutica. La dermatóloga
añade: "Algunos de estos productos podrían tener acción biológica si
alcanzaran las capas profundas de la piel, que es donde están sus dianas. Pero
la barrera natural lo impide, por ello, se desarrollan formas de liberación que
les ayuden a llegar".
Esta complejidad en la
formulación explicaría su precio más elevado. "Tienen concentraciones
superiores a las de los cosméticos publicitarios y están fabricados bajo
estrictos estudios de calidad, seguridad y eficacia, si los comparamos con
cosméticos que anuncian grandes efectos", dice Lizondo.
Otro de los puntos
diferenciales es que, mientras un cosmético clásico se puede comprar en un
supermercado o perfumería, los cosmecéuticos
requieren un profesional especializado que conozca la piel de su
cliente-paciente y personalice o controle su tratamiento. "En la mayoría
de los casos, deberían ser prescritos por personal sanitario cualificado, con
un alto grado de conocimiento de la bioquímica de la piel y la actividad
metabólica de la misma, pues la elevada concentración y la especificidad de
algunos de los componentes pueden conllevar reacciones adversas o efectos
secundarios no deseados, si los productos no son correctamente elegidos para la
piel o los problemas que se presentan", informa Inmaculada Canterla,
directora de Cosmeceutical Center
y especialista en dermocosmética, nutrición y medicina antiaging.
La doctora Alonso le da la razón: "No todo el mundo puede usarlos y una
mala utilización puede provocar irritaciones, entre otros efectos".
Tampoco los resultados son
los mismos. "El valor añadido está en que tienen una función más
determinada, al tratarse de principios científicos que transforman la piel
aportando una diferencia visible y a largo plazo. No es que penetren en capas
más profundas de la piel, lo que hacen es atender de manera más específica un
problema", cuenta el científico especializado en Skincare
(cuidado de la piel) Joe Lewis, portavoz de la firma de cosmecéuticos
Elizabeth Arden PRO -de profesionales, sólo especialistas en dermatología la
distribuyen-.
Las similitudes
Legislación en mano, los cosmecéuticos sí son cosméticos. "Los medicamentos
tienen un IVA reducido [4%] y se rigen por la ley del medicamento, es decir, se
les pide estudios de eficacia. Los cosméticos tienen un IVA normal [21%] y se
rigen por la ley de consumo y la normativa específica de cosméticos de la Unión
Europea. Para venderlos no necesitan estudios de eficacia, sólo de
toxicidad", confirma la doctora Alonso. Canterla va más allá:
"Actualmente, el término cosmecéutico no tiene
una categoría regulatoria per se y se utiliza en
realidad en un contexto de marketing para resaltar formulaciones o ingredientes
que tienen efectos tangibles sobre la estructura de la piel o su aspecto. Por
lo tanto, desde el punto de vista técnico y legal, los cosmecéuticos
no existen".
Otra semejanza con la
cosmética convencional es el modo de empleo, como puede verse en la
ilustración: "Un cosmecéutico se aplica sobre la
piel y de una manera tópica".
Después de casi tres
décadas desde su introducción en el mercado, Joe Lewis manifiesta que no se han
descubierto tecnologías con mayor impacto para la transformación de la piel.
"Kligman dio crédito al término casi al mismo
tiempo que los Ácidos de Alfahidróxido (AHA) se
lanzaron al mercado. Eran el punto de apoyo para una revolución cosmética por
sus beneficios. Por primera vez, los consumidores tenían acceso a los productos
que realmente aportaban una diferencia visible en la apariencia, que no
desapareciese después de limpiar el rostro al final del día, y con beneficios a
largo plazo".
Distorsión del nombre
Según los profesionales
consultados por ZEN, la cosmecéutica está siendo
distorsionada poco a poco en pos de su utilización para finalidades que en
realidad no corresponden. "La no regulación legislativa específica del
producto como tal hace que algunos se autodenominen a la ligera como cosmecéuticos, llevando en estos casos a engaños al
consumidor final, no alcanzando éste las expectativas que en un principio había
fijado. En muchos foros habremos leído cosmocéuticos
e, incluso, confundirlos con los nutracéuticos y nutricosméticos [la belleza que se come]", asevera
Canterla.
Para la gurú de belleza, cosmecéutica es preguntarse qué tipo de vitamina A lleva el
producto que vamos a utilizar, retinol o ácido retinoico. "Es conocer el
producto, el problema y aplicar la mejor formulación a tal efecto, tanto ética
como científica y avalada por estudios y resultados contrastables y repetibles.
Cosmecéutica es un producto efectivo con la
prescripción y seguimiento de personal cualificado. Es la ciencia al servicio
de la belleza".
Ejemplos
Como ocurre con el resto
del mundo de la belleza, los cosmecéuticos se
utilizan para luchar contra los efectos del paso del tiempo, es decir, arrugas,
líneas de expresión, flacidez... "Reconocemos como cosmecéuticos
a los famosos ácido retinoico y otros retinoides, alfahidroxiácidos
como ácido glicólico, ácido láctico, ácido ascórbico, vitaminas A, E,
antioxidantes como los polifenoles, determinados extractos regenerantes
como la rosa mosqueta, árbol de té, filtros solares, sustancias blanqueantes como la hidroquinona, factores de crecimiento,
péptidos, proteínas como colágeno...", explica la farmacéutica Mónica Lizondo.